martes, 4 de diciembre de 2007

Garcilaso de la Vega. Soneto XXVI



Echado está por tierra el fundamento

que mi vivir cansado sostenía.

¡Oh cuánto bien s’acaba en solo un día!

¡Oh cuántas esperanzas lleva el viento!


¡Oh cuán ocioso está mi pensamiento

cuando se ocupa en bien de cosa mía!

A mi esperanza, así como a baldía,

mil veces la castiga mi tormento.


Las más veces me entrego, otras resisto

con tal furor, con una fuerza nueva,

que un monte puesto encima rompería.


Aquéste es el deseo que me lleva

a que desee tornar a ver un día

a quien fuera mejor nunca haber visto.

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